La petrolera estatal YPF confirmó oficialmente el abandono del ambicioso plan para construir una planta de Gas Natural Licuado (GNL). El proyecto, que se había presentado como una apuesta estratégica para exportar gas de Vaca Muerta al mundo, fue descartado tras no conseguir inversores y quedar huérfano tras el retiro de Petronas, su principal socio internacional.
La decisión se produce en un contexto de tensión política entre el presidente Javier Milei y el gobernador bonaerense Axel Kicillof. La mudanza del proyecto a la provincia de Río Negro, dispuesta por Milei el año pasado en plena disputa con la administración provincial, fue el primer indicio de que Bahía Blanca quedaba fuera del radar energético nacional.
Ahora, YPF redirige su estrategia hacia una opción más modesta pero ágil: la instalación de buques de licuefacción —plataformas flotantes que permiten procesar el gas directamente en el mar— frente a las costas rionegrinas. El presidente de la compañía, Horacio Marín, confirmó al diario Río Negro que no habrá “planta onshore”, y que el nuevo foco serán los acuerdos con otras empresas para desarrollar estas terminales flotantes.
El caso más avanzado es el del buque “Hilli Episeyo”, un proyecto liderado por Pan American Energy (PAE) y la noruega Golar, al que YPF se sumó este año. También se negocian otras iniciativas similares con Shell, para Punta Colorada, y con la italiana ENI.
“Estos barcos, conocidos como near floating LNG, son verdaderas fábricas flotantes, más eficientes y con costos cerrados. Además, se instalan en tiempos mucho más breves que una planta terrestre y funcionan con servicios que se brindan desde tierra firme, lo que mejora su rentabilidad”.

Este viraje no solo redefine el futuro del GNL en Argentina, sino que también deja expuestas las dificultades que enfrenta el gobierno de Javier Milei para convertir sus anuncios en realidades. A pesar de las promesas y gestos de apoyo empresarial, los proyectos del RIGI no logran despegar y la inversión productiva avanza a paso lento. La planta de GNL, que alguna vez se soñó con una inversión de hasta 50 mil millones de dólares, es ahora apenas una posibilidad flotante.