La sanción definitiva del proyecto PSJ Cobre Mendocino marca un punto de inflexión para la provincia: por primera vez en décadas, Mendoza incorpora una actividad minera moderna, sostenible y plenamente compatible con la Ley 7.722. No se trata sólo de la habilitación de un nuevo proyecto, sino de la decisión estratégica de diversificar y fortalecer una matriz productiva que, como ocurre en numerosas regiones del mundo, encuentra en el cobre una oportunidad concreta de desarrollo, empleo e inversión.

Con una inversión inicial de US$559 millones —y un desembolso inmediato de US$15 millones apenas aprobada la Declaración de Impacto Ambiental— el proyecto inicia su fase de construcción estimada entre 18 y 24 meses. Una vez en operación, producirá en promedio 40.000 toneladas anuales de cobre fino durante al menos 16 años, con un Opex anual de US$120 millones y la posibilidad de extender su vida útil mediante futuras exploraciones de sulfuros. Se trata de una escala industrial capaz de dinamizar la economía local, generar miles de puestos de trabajo directos e indirectos y activar cadenas de valor hoy subdesarrolladas en la provincia.
El impacto económico proyectado es significativo. La operación demandará proveedores locales de bienes y servicios, impulsará la profesionalización del sector y favorecerá la incorporación de tecnología e innovación. Según las estimaciones iniciales, más de cientos de empresas mendocinas podrán integrarse como contratistas, generando un derrame territorial que se traducirá en empleo calificado, formal y de largo plazo. A diferencia de otros sectores, la minería posee la capacidad de mover simultáneamente industria, logística, transporte, construcción, metalmecánica, servicios técnicos y comercio.

Pero lo que vuelve singular a PSJ Cobre Mendocino es su compleja historia y su capacidad de adaptación. El yacimiento, ubicado en Uspallata, fue descubierto en la década de 1960. Durante más de seis décadas se realizaron campañas de exploración a cargo de distintas compañías —Minera Aguilar, Falconbridge, Recursos Argentinos, Grupo Aconcagua y Coro Mining— que sumaron 33.000 metros de perforaciones y definieron un depósito que hoy constituye el único proyecto “cubicado” de Mendoza, con reservas medidas y certificadas.
Sin embargo, la sanción de la Ley 7722 en 2007 obligó a rediseñar completamente el proyecto. Dado que la norma prohíbe la lixiviación con ácido sulfúrico —el método tradicional para procesar óxidos de cobre— la empresa debió abandonar la explotación de ese mineral y reorientar su operación hacia los sulfuros, utilizando flotación mecánica, un método permitido y ampliamente utilizado a nivel internacional. Esta reconversión técnica significó resignar una parte del recurso, pero permitió diseñar un proyecto viable, sostenible y plenamente adaptado a la legislación mendocina.

Este marco de compatibilidad es clave para la aceptación social y la proyección a futuro. La minería de cobre es hoy una actividad estratégica en todo el mundo debido al rol central que cumple en la transición energética: autos eléctricos, energías renovables, infraestructura moderna y tecnologías de comunicación dependen directamente de este mineral. Muchos países y regiones que incorporaron minería hace décadas lograron transformar sus economías, diversificarse y aumentar sus niveles de desarrollo humano. Mendoza se alinea ahora con esa tendencia global, sin renunciar a sus estándares ambientales ni a su marco regulatorio.
El potencial futuro de PSJ Cobre Mendocino también abre la puerta a nuevas oportunidades. Con la exploración de sulfuros pendiente en varias áreas del yacimiento, existe margen para ampliar la vida útil del proyecto y consolidarlo como un motor persistente de crecimiento. Cada nueva campaña podría traducirse en más empleo, más inversión y más producción, fortaleciendo un sector que recién comienza a despegar en la provincia.

La aprobación final del proyecto no sólo representa la habilitación de una mina: es un paso firme hacia un modelo productivo más robusto, moderno y sostenible. Mendoza demuestra así capacidad de diálogo, madurez institucional y vocación de futuro. PSJ Cobre Mendocino no es una promesa; es una oportunidad real, tangible y estratégica para miles de familias mendocinas. Y es, sobre todo, la señal de una provincia que decide avanzar hacia un desarrollo que llegue a todos.
