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El respaldo condicionado: la jugada de Milei con Trump y el dilema del “riesgo Kuka”

La reunión entre Javier Milei y Donald Trump promete oxígeno político y financiero, pero deja una advertencia clara: la ayuda estadounidense no es incondicional

La reunión entre Javier Milei y Donald Trump promete oxígeno político y financiero, pero deja una advertencia clara: la ayuda estadounidense no es incondicional

Por Comunicaciones Mineras

La reunión entre Javier Milei y Donald Trump promete oxígeno político y financiero, pero deja una advertencia clara: la ayuda estadounidense no es incondicional. La industria minera y energética podría ser la gran beneficiada si el plan avanza, pero el regreso del kirchnerismo —el “riesgo Kuka”— acecha como una amenaza estructural a la inversión y la estabilidad económica.

El abrazo entre Milei y Trump en la Casa Blanca simboliza más que una alianza personal: marca el ingreso de Argentina al eje geopolítico del capital estadounidense en un momento clave. Washington ve al país como fuente estratégica de litio, gas y alimentos en un tablero global fracturado.

El apoyo financiero y técnico de EE. UU. puede reconfigurar la minería argentina, empujar la transición energética y atraer empresas con tecnología y capital. Pero el mensaje de Trump fue inequívoco: “Si un socialista o comunista gana, no seremos generosos”. Esa frase funciona como contrato implícito y advertencia electoral a la vez.

El presidente argentino, Javier Milei, escucha a su par norteamericano Donald Trump.

Las inversiones llegarán sólo si Milei sostiene su programa liberal y si la Argentina mantiene su rumbo promercado. En ese sentido, la “ayuda” tiene más de garantía política que de altruismo diplomático: se trata de blindar un modelo compatible con los intereses energéticos de Occidente.

El riesgo Kuka —la posibilidad del regreso de un kirchnerismo expansivo, intervencionista y antiinversión— se convierte así en el principal factor de inestabilidad. Un eventual retorno del peronismo más clásico implicaría volver al ciclo del cepo, el control de precios, los congelamientos tarifarios y la emisión sin respaldo. Todo lo que destruyó la confianza inversora en la última década.

En la práctica, la minería del litio, el cobre y el gas no convencional dependen de capital intensivo y previsibilidad a largo plazo. Ninguna de esas condiciones sobreviviría a un regreso del estatismo populista. La industria energética —especialmente la nuclear y el gasífera— quedaría nuevamente sujeta al cortoplacismo fiscal y a decisiones políticas erráticas.

Por eso, lo que se juega no es sólo una relación bilateral: es el marco de sustentabilidad del nuevo modelo económico argentino. Trump lo sabe. Milei también.

El desafío será traducir ese alineamiento político en beneficios reales y duraderos, sin que la dependencia externa se convierta en sumisión. Pero si el riesgo Kuka se materializa, la ventana de oportunidad se cerrará con la misma velocidad con la que hoy se abre.