Las tendencias geopolíticas, como la especulación financiera impactan fuertemente en el precio del metal, que es demandado por el mundo
El cobre alcanzó un nuevo máximo histórico en la Bolsa de Metales de Londres (LME) al superar los U$S11.200 por tonelada, impulsado por la expectativa de un acercamiento comercial entre Estados Unidos y China, en un contexto de oferta restringida y fuerte movimiento especulativo.
Según Benchmark Minerals, el precio a tres meses cerró el 29 de octubre con un récord de US$11.206, superando el máximo previo de US$11.104,5 registrado en mayo de 2024. La noticia de un posible acuerdo entre las dos mayores economías del mundo, principales consumidoras del metal, reactivó el optimismo de los mercados y desató nuevas compras.
Sin embargo, detrás del salto de precios hay factores más profundos. La producción global enfrenta tensiones estructurales: minas clave como Grasberg (Indonesia), Kamoa-Kakula (República Democrática del Congo) y El Teniente (Chile) registraron interrupciones que afectaron el balance mundial de cobre previsto para 2025 y 2026.

Benchmark estima que Grasberg podría perder hasta 600 mil toneladas de producción entre este año y el próximo, mientras que Kamoa-Kakula reduciría su suministro en otras 300 mil toneladas. A esto se suma la caída de Codelco, que en agosto marcó su nivel de producción más bajo en dos décadas.
El impacto se siente también en la Bolsa de Metales de Chicago (CME), donde el cobre replicó el salto de precios impulsado por el arbitraje LME/CME, que llegó a superar los US$2.500 por tonelada a comienzos de 2025. La diferencia respondió, en parte, a la amenaza de aranceles estadounidenses sobre las importaciones de cátodos de cobre, lo que derivó en un flujo de casi 900 mil toneladas hacia Estados Unidos, generando escasez en Europa y Asia.
En la actualidad, gran parte de las reservas europeas provienen de Rusia y China, un dato que aumenta la incertidumbre de los compradores y podría amplificar la volatilidad si se producen nuevas interrupciones de gran escala.
El repunte también tiene un componente financiero. Fondos especulativos y capitales de corto plazo —el llamado “dinero turístico”— han ingresado con fuerza al mercado del cobre, atraídos por las perspectivas de la transición energética, la electrificación y la expansión de infraestructura vinculada a la inteligencia artificial.
“El sentimiento macroeconómico se basa más en la esperanza que en los fundamentos”, advirtió una fuente del mercado citada por Benchmark Minerals, en referencia a que el acuerdo entre Washington y Pekín todavía no se concretó.
Mientras el cobre se consolida como activo estratégico de la nueva economía energética, los analistas advierten que la volatilidad seguirá alta en los próximos meses, con un mercado dependiente tanto de las tensiones geopolíticas como de la especulación financiera.


