El análisis arrojó un gran desconocimiento de la minería y del potencial de Mendoza. El desafío, fortalecer la confianza social
Durante años, la palabra minería fue casi un tabú en Mendoza. Asociada a conflictos sociales, fracasos políticos y proyectos truncos, la actividad quedó congelada en la memoria colectiva como una amenaza más que una promesa. Sin embargo, los tiempos cambiaron.
Un reciente informe de Poliarquía, presentado en la feria Argentina Mining Cuyo 2025, muestra que la sociedad mendocina comienza a mirar la minería desde otro lugar: con cautela, pero también con expectativa. La combinación de crisis económica, desempleo creciente y nuevos proyectos de cobre parece haber reabierto la conversación sobre el papel que la actividad puede tener en el desarrollo provincial.
El estudio llega justo cuando el Gobierno prepara el envío a la Legislatura de la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) del proyecto San Jorge, en Uspallata, un paso clave para reactivar el debate sobre minería metalífera en la provincia.

Según explicó Ernesto Cussianovich, director de Poliarquía, el sentimiento dominante entre los mendocinos sigue siendo la búsqueda de tranquilidad. Los datos recabados entre mayo y septiembre confirman que ese valor se mantiene estable como el principal factor asociado a la calidad de vida en la provincia (31%–32%), incluso en contextos políticos o económicos cambiantes.
Esa prioridad influye directamente en cómo se percibe la minería: la ciudadanía está dispuesta a aceptarla solo si no altera la calma social y ambiental. En palabras de Cussianovich, el desafío mendocino consiste en “lograr una minería que produzca tranquilidad”.
A diferencia de otras provincias, Mendoza ha construido su camino minero de forma autónoma y cautelosa, marcada por experiencias frustradas pero también por una clara decisión política de sostener el debate. El resultado de ese proceso es un cambio de tendencia: desde 2021, la imagen negativa de la actividad se ha moderado hasta alcanzar un equilibrio.
El empleo como motor del cambio
Entre los minerales, el cobre se ha convertido en un eje discursivo central. Aunque el conocimiento general sobre minería sigue siendo bajo, dos tercios de los mendocinos saben que la provincia posee cobre, y más del 50% apoya su explotación. Este metal se ha transformado en una metáfora de progreso: representa empleo, exportaciones y modernización, pero también obliga a debatir sobre los límites ambientales y la gestión sostenible del recurso.

Localismo y equilibrio productivo
El estudio también destaca una fuerte impronta localista: el 75% de los mendocinos cree que los beneficios de la minería deben quedarse principalmente en la provincia. Esta mirada, compartida con otras jurisdicciones mineras, refuerza un nuevo provincialismo económico que busca priorizar el desarrollo local.
Sin embargo, los expertos advierten que el futuro del sector no pasa por construir una “Mendoza Minera”, sino por consolidar un modelo de convivencia productiva. La provincia ya combina turismo, vitivinicultura y servicios de calidad, por lo que el desafío será incorporar la minería sin romper ese equilibrio.
Solo el 30% de los encuestados cree que el Gobierno ejerce un control ambiental efectivo, un dato que revela la importancia de fortalecer la institucionalidad si se busca consolidar la confianza social.


